¿Qué edulcorantes estarían bajo la lupa de la OMS y cómo se vería afectada nuestra microbiota intestinal?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una declaración el 15 de mayo de este año desaconsejando el consumo de edulcorantes no azucarados para controlar el peso y reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles (ENT).
Una revisión sistemática de las pruebas disponibles sugiere que los edulcorantes no azucarados no tienen beneficios a largo plazo en la reducción de la grasa corporal en adultos o niños. Las investigaciones anteriores han arrojado resultados incoherentes y contradictorios, y varios estudios han relacionado el consumo de edulcorantes no azucarados con el desarrollo de diabetes de tipo II, enfermedades cardiovasculares y mortalidad en adultos.
Algunos edulcorantes no azucarados comunes son el acesulfamo K, el aspartamo, el advantamo, los ciclamatos, el neotamo, la sacarina, la sucralosa y la estevia y sus derivados. La OMS recomienda reducir la ingesta de azúcares libres y optar por alimentos con azúcares naturales, como las frutas, o alimentos y bebidas sin azúcar.
¿Cómo afecta el consumo de edulcorantes a la microbiota intestinal?
Aunque la investigación sobre este tema es limitada, las pruebas procedentes de modelos animales y estudios en humanos sugieren que los edulcorantes no azucarados pueden provocar cambios en la microbiota intestinal, con efectos que afectan al metabolismo de la glucosa.
Por ejemplo, los estudios han demostrado que los ratones expuestos a edulcorantes artificiales no calóricos (NAS) como la sacarina presentaban intolerancia a la glucosa y cambios en su composición microbiana, incluido un aumento de los géneros bacterianos asociados a la diabetes de tipo II en humanos. Además, la transferencia de la microbiota de ratones expuestos a la sacarina a ratones «libres de gérmenes» reprodujo la intolerancia a la glucosa, lo que sugiere un papel causal de la microbiota.
En otro estudio en el que participaron 120 adultos sanos, se descubrió que el consumo diario de edulcorantes no nutritivos (ENN) por debajo de los niveles recomendados provocaba cambios tanto en la microbiota intestinal como en la oral, así como alteraciones en los niveles de glucosa en sangre. Estos efectos fueron más pronunciados en los individuos que consumían sacarina y sucralosa. Además, una respuesta glucémica más alterada se asoció a mayores modificaciones en la microbiota. Una vez más, este efecto se confirmó transfiriendo la microbiota a ratones gnotobióticos, lo que dio lugar a respuestas glucémicas similares a las observadas en los donantes humanos.
A pesar de lo anterior, todavía no sabemos hasta qué punto, y bajo qué mecanismos moleculares, los edulcorantes pueden afectar a la microbiota intestinal, y se necesitan más estudios. «Tenemos una relación simbiótica con nuestra microbiota. En otras palabras, nos necesitamos mutuamente para vivir. Ya hay pruebas de que los edulcorantes no calóricos afectan a la microbiota, pero queda por comprender mejor el mecanismo», afirma Romina Hidalgo, responsable científica de Bifidice.
Los probióticos y su importancia en la diabetes
Teniendo en cuenta los efectos a largo plazo del consumo de endulzantes, existen enfoques alternativos para abordar enfermedades metabólicas como la diabetes tipo II. Entre las posibles soluciones, cada vez hay más evidencia que respalda el consumo de probióticos, en especial por su vinculación con la microbiota. Estos organismos beneficiosos, como los entregados por los producto de Bifidice, pueden tener un impacto positivo en varios aspectos de la salud, incluyendo la reducción de los niveles de glucemia, la mejora del peso corporal y los niveles de colesterol, así como la disminución del estrés, la ansiedad y la depresión.
Al final del día, el objetivo que debemos perseguir con nuestra dieta es establecer buenos hábitos alimentarios para prevenir enfermedades, una acción que también va en beneficio a una microbiota saludable.