loader image

La salud de las mujeres: lo que la ciencia aún no entiende (y por qué importa)

Kevin Meza Achahue, Scientist – R&D Specialist at Bifidice. 3 minutos de lectura.

Pese a los avances científicos y médicos del último siglo, existe una gran desigualdad respecto al conocimiento disponible sobre la salud femenina, siendo una de las áreas más desatendidas y menos comprendidas de la medicina moderna, y con profundas consecuencias. ¿Por qué aún sabemos tan poco sobre condiciones que afectan exclusivamente (o de manera distinta) a las mujeres? La respuesta está en una combinación de factores históricos, científicos, sociales y culturales que, por décadas, han dejado a las mujeres fuera del centro de la investigación médica.

El modelo masculino por defecto

Por mucho tiempo, el cuerpo masculino fue considerado como el modelo estándar en la medicina. Las investigaciones se realizaban principalmente en hombres, y los resultados fueron extrapolados a mujeres. Esta visión reduccionista ha llevado a un entendimiento erróneo y peligroso de muchas condiciones que afectan exclusivamente a las mujeres o que se manifiestan en ellas de formas diferentes.  

Sólo gracias a una ley en 1993 por el congreso estadounidense es que se vuelve mandatoria la inclusión de mujeres en los ensayos clínicos auspiciados por el NIH (National Institute of Health) [1]. Antes de ello, la mayoría de los ensayos clínicos no incluía mujeres, por miedo a las “complicaciones” que podría traer el embarazo o el ciclo hormonal. Aunque hoy la situación ha mejorado, las mujeres siguen estando subrepresentadas en muchos estudios clínicos [2].

Una brecha que también es cultural

Además del sesgo científico, existen factores culturales que han perpetuado el desconocimiento a la fisiología femenina. La menstruación, el dolor pélvico, la salud vaginal y otros aspectos fundamentales de la biología femenina han sido tradicionalmente rodeados de silencio, vergüenza o estigmatización. Este tabú social se traduce en menos preguntas, menos conversaciones y, por ende, menos investigación [3].

Lamentablemente, y debido a la cultura patriarcal predominante en muchos países, las mujeres han sido educadas para normalizar síntomas anómalos como el dolor menstrual severo o molestias vaginales recurrentes, sin buscar ayuda médica o sin recibir una atención adecuada. La creencia de que las mujeres “pueden tolerar mejor el dolor” es subjetiva, y ha sido tema de debate en varias publicaciones científicas: ¿es realmente así, o culturalmente esperamos que las mujeres sean más tolerantes al dolor?. [4]

Un ejemplo concreto: la microbiota vaginal

Una de las áreas donde esta brecha de conocimiento es más evidente es la microbiota femenina, especialmente el vaginal. Aunque en la última década se ha avanzado enormemente en el estudio del microbioma intestinal, el ecosistema microbiano de la vagina sigue siendo un territorio en gran parte desconocido, a pesar de su importancia crítica en la salud reproductiva y general de las mujeres. 

Además de los factores introducidos previamente, existe poca información respecto a la microbiota vaginal por la falta de animales modelo confiables, un enfoque limitado respecto a la real implicancia de los microorganismos residentes en la microbiota vaginal sobre el sistema inmune y hormonal, y una falta de inversión histórica en dicho tema. Condiciones como la vaginosis bacteriana, que afecta al 30 – 50% de las mujeres en edad reproductiva globalmente, disponen de muy poca información al día de hoy [5].

Una invitación al cambio

La buena noticia es que nos encontramos en un punto de inflexión. Cada vez más científicas, profesionales de la salud y organizaciones están trabajando para visibilizar la importancia de investigar el cuerpo femenino en sus propios términos. Sin embargo, el cambio real requerirá un cambio significativo: mayor financiamiento para investigación específica en salud mental, inclusión equitativa de mujeres en ensayos clínicos, nuevos modelos de estudio que respeten la complejidad del cuerpo femenino, y educación pública para eliminar el estigma y fomentar el conocimiento sobre el propio cuerpo.

En este día mundial de la salud, recalcamos esta necesidad. Porque entender mejor la salud de las mujeres no solo es un acto de justicia científica: es esencial para mejorar la calidad de vida de más de la mitad de la población mundial.